Hay personas que se te clavan como flechas.
No nos equivoquemos. No es que su entrada en nuestra vida sea dolorosa. De hecho, considerémosla imperceptible.
Esa gente fue el gato que comenzó a colarse en tu jardín día sí y día también y no le dabas mayor importancia, pero que acaba faltándote algo el día que no te hace una de sus visitas.
Lo que has convierte en flechas es sencillamente es salida. El día que debes sacártela, te desgarra por completo.