El auge de las “IAs” en la actualidad

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Son muchos los que piensan que los programas de Inteligencia Artificial, también conocidos como “IAs”, son tan sólo el inicio de la decadencia intelectual de nuestra sociedad. No es ningún secreto que nos facilitan muchas de las tareas a las que nos tenemos que enfrentar a diario. Miles de jóvenes utilizan las mismas en sus tareas académicas, para resumir textos, sacar ideas para algún proyecto, o simplemente para hacer la lista de la compra. Y, si bien es cierto que algunos afirman que nuestro intelecto puede verse sustituido en términos de creatividad y velocidad, es innegable que nos ahorran una cantidad de tiempo de la que muchos no disponemos. Teniendo en cuenta todos los escenarios, ¿por qué tantos individuos ven estos programas como una amenaza y no como una oportunidad?

Es innato en el ser humano temer el cambio. Cuando las tecnologías entraron hace un par de décadas en nuestras vidas, muchos se negaron a consumirlas de manera inmediata por suponer un cambio demasiado drástico. No eran pocas las personas que se resignaron a no tener un teléfono móvil por miedo a ser controlados o que simplemente pensaron en el cambio como algo negativo. Sin embargo, hoy en día, es impensable visualizarnos como sociedad sin poseer estos aparatos. Han pasado a, no solamente formar parte de nuestra rutina laboral o de entretenimiento, sino a ser bienes indispensables que nos completan a nivel social. Aquel que no disponga de un smartphone está completamente desconectado de su entorno más cercano.

Teniendo esto en cuenta, se puede deducir que la novedad es un proceso que entra de manera paulatina en la población y que el rechazo a ésta es algo, no sólo comprensible, sino también esperado y predecible. Dada la situación, es una mera cuestión de tiempo que la aceptación de estas “IAs” se produzca entre nosotros. El argumento de que estas máquinas nos pueden limitar a nivel cognitivo es completamente obsoleto y absurdo. En el pasado, las masas contaban con la habilidad de leer un mapa, y esta tarea era indispensable para cualquier persona que decidiera viajar. Pero es una habilidad que, hoy en día, sencillamente no se necesita. Utilizamos “Google Maps” porque es más rápido, fácil y útil, y nadie se cuestiona el por qué. Simplemente se usa. Es una habilidad que aquellos que necesiten procurarán aprender para su propio beneficio, pero que, a nivel general, no se espera dominar. Lo mismo sucede, bajo la visión de muchos, con los programas de Inteligencia Artificial. Se han desarrollado para ahorrarnos una cantidad de tiempo y energía incalculable, y no por eso deberían ser invisibilizados o temidos. Todo lo contrario. Nuestra sociedad debería aprender a abrazarlos y utilizarlos a su favor.

Existen quienes respaldan que una vez superada esta “tecnofobia”, la sociedad podrá gozar de los beneficios que estas herramientas traen consigo. Pese a que, en la actualidad, se piense que estamos atravesando la era de la inteligencia artificial, lo que en realidad define nuestro presente es la llamada “era de la eficiencia”. Nos encontramos sumidos en un panorama en el que el valor de cada individuo es definido por cuán productivo puede llegar a ser. Y la llegada de estos instrumentos al mundo laboral y académico ha demostrado, en un muy breve periodo de tiempo, que podemos utilizar nuestros recursos de manera mucho más eficiente. “ChatGPT” puede realizar una presentación de “Powerpoint” sobre un tema específico, de una duración determinada, en menos de un minuto. Gracias a estos sistemas, los trabajadores pueden focalizar su energía en tareas mucho más productivas, y la eficiencia de las empresas puede verse afectada de una manera muy positiva. 

Se entiende que muchos individuos sientan temor al valorar la idea de que un robot pueda sustituir su labor en un determinado lugar. Sin embargo, este argumento queda obsoleto cuando entendemos que estas herramientas se nutren de la información de dichos sujetos para su supervivencia. Una inteligencia artificial no podrá, ni mucho menos, abarcar todo el espectro creativo que conforma a los seres humanos. Estos proyectos siempre caminan un paso por detrás de nosotros, y es por esto por lo que no hay que temerlos, sino más bien adaptarnos a ellos para utilizarlos de la manera más eficiente posible. En el momento en el que la sociedad comprenda que estas herramientas llegarán hasta el límite que nosotros definamos, el mundo será capaz de entender que no son en absoluto un motivo de amenaza. 

En síntesis, se debería realizar un trabajo de introspección como sociedad para no cometer los mismos errores una y otra vez. Partiendo de la base del ejemplo de la introducción de la tecnología en nuestros días, deberíamos reconocer la funcionalidad de los avances tecnológicos que van apareciendo y pensar en cómo beneficiarnos de ellos antes que rechazarlos. Las “IAs”, en la actualidad, son una herramienta que nos abre un millón de puertas para mejorar a nivel académico, intelectual y creativo. Y rechazarlas no hará más que retrasar su adaptación y normalización en nuestras vidas.

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