Hoy en día, especialmente en esta creciente era de la inteligencia artificial (IA), los datos son sin duda el nuevo petróleo. Para que estos vastos modelos lingüísticos sean eficaces, la potencia de cálculo unida a una cantidad de datos sin parangón configurará el futuro, convirtiéndose en el recurso más valioso del mundo: la nueva moneda.
Sin embargo, no solo los datos son valiosos por sí mismos, sino también nuestra habilidad para utilizarlos efectivamente. En este contexto, saber formular preguntas precisas y detalladas es de vital importancia, una habilidad crucial en este mundo digital.
El ritmo de cambio de la IA es tan estimulante como desafiante. Un avance significativo ha sido la capacidad de la IA para realizar un análisis en tiempo real, generando más información a medida que se solicita. Esto implica que la IA tiene el potencial de servirnos como asistente. Hoy se puede subir un libro a ChatGPT, que la IA analiza en cuestión de segundos. En el futuro próximo, la gente acabará introduciendo toda su información en ChatGPT para que le recomiende qué hacer o qué evitar. Llegará un momento en que ChatGPT recordará la vida de una persona mejor que uno mismo.
Es por ello por lo que las empresas enfrentan dificultades cada vez mayores para obtener financiación si no incorporan la IA en sus modelos. La suma de estos grandes modelos de lenguaje alivia la incertidumbre relacionada con la implementación de la IA, y a su vez ayuda a atraer fondos, reconociendo la ventaja estratégica que supone en el contexto de los avances tecnológicos.
Cada vez más dichas empresas aprovechan las capacidades de la IA para así mejorar la toma de decisiones, agilizar los procesos y fomentar el desarrollo de productos innovadores. Sectores como la sanidad, las finanzas y la fabricación lideran la adopción de la IA. Las empresas que la implementan han visto un cambio significativo en su eficiencia, reducción de costos y ventaja competitiva, destacando así el potencial de la IA.
Suena bien, ¿verdad? El problema que nadie nos cuenta es que la IA requiere de una cantidad de energía enorme para funcionar. De lo contrario, podría utilizarse 24 horas al día, 7 días a la semana, para cualquier tarea. Estas tecnologías tienen un crecimiento exponencial, lo que hace que ChatGPT-4, por ejemplo, se quede obsoleto rápidamente. Antes de ChatGPT-4, pensábamos que GPT-3 era estupendo. Rápidamente, en cuanto salió GPT-4, lo alabamos y menospreciamos a su predecesor. Lo mismo ocurrirá con las versiones futuras.
Las consultas en Internet ya no se realizan de la misma manera. De hecho, en muchos casos, ya ni siquiera se realizan en Internet. Ahora: hacemos preguntas. Esta evolución enfatiza la importancia de enseñar a la sociedad a formular preguntas efectivas o eficaces. En el pasado, las búsquedas de Google requerían de consultas concisas. Ahora, para recibir respuestas precisas y confiables por parte de la IA, dependemos de la calidad y el detalle de nuestras indicaciones y preguntas. Esta capacidad de formular preguntas precisas y detalladas es, en sí misma, la nueva moneda en el mundo de la IA, determinando la calidad de las respuestas que recibimos, y, por ende, nuestra capacidad de tomar decisiones informadas.
Por lo tanto, debemos aprender a utilizar estas IAs bien. Debemos aprender a formular lo que se conoce como un buen “prompt”. Muchas empresas y compañías de renombre están utilizando estas tecnologías. Por lo tanto, puesto que estas tecnologías no van a dejar de implementarse y solo se implementarán cada vez más en nuestra vida cotidiana, para no quedarnos atrás debemos aprender a utilizarlas bien.
La calidad de las respuestas que genera la IA está directamente relacionada con la precisión de nuestras instrucciones. Por ello, el progreso depende de la atención que prestemos a nuestras preguntas. Históricamente, la profundidad y la calidad de las preguntas que nos hemos atrevido a formular siempre han sido la fuente de los saltos más significativos en el conocimiento y la innovación. La llegada de la IA y su dependencia de preguntas detalladas y precisas son solo una manifestación contemporánea de esta realidad. A medida que incorporamos más la IA a nuestras vidas y trabajos, debemos tener en cuenta que nuestra capacidad para aprovechar su potencial depende de fomentar una cultura que valore el arte de hacer buenas preguntas, permitiendo que la IA se convierta en una herramienta eficaz y capaz de resolver hasta el más mínimo de nuestros problemas.