El ex-presidente Joe Biden, en su discurso de despedida, advirtió al pueblo estadounidense sobre la formación de una oligarquía “de extrema riqueza, poder e influencia que realmente amenaza toda nuestra democracia, nuestros derechos básicos y nuestra libertad.” También hizo referencia a un “complejo tecnológico-industrial” que podría representar serios peligros para el país, en el que hay una “avalancha de desinformación y mala información, permitiendo el abuso del poder” y “mentiras dichas para obtener poder y ganancias”. Durante la inauguración de Trump en el 20 de enero, actores clave en “big tech” se sentaron delante de los miembros propuestos para el gabinete de Trump. Esto plantea las siguientes preguntas: ¿las advertencias de Biden están fundadas en la realidad política y económica del país?, ¿la ceremonia inaugural anticipa lo que vendrá durante el segundo mandato de Trump?
El ejemplo de DOGE
El ejemplo más evidente de este tipo de ejercicio del poder es Elon Musk, el hombre más rico del mundo y líder del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), nacido por una orden ejecutiva del presidente. La Casa Blanca lo describe como una iniciativa de optimización de fuerza laboral federal. DOGE ha sido objeto de controversia debido a su serie de acusaciones infundadas sobre fraude, producción figuras financieras falsas, el despido de decenas de miles de empleados federales, y el desmantelamiento de las agencias gubernamentales.
Imagen cortesía de New York Times. Octubre, 2024
La influencia económica de Elon Musk en Washington, D.C.comenzó a manifestarse de forma contundente apenas días después de la toma de posesión. Un episodio revelador ocurrió cuando a los demócratas del Congreso se les negó la entrada a la oficina de USAID por un “alto mando” no identificado. La agencia, aunque representa menos del 1% del presupuesto exterior de Estados Unidos, ha sido uno de los objetivos más destacados de DOGE y Trump para el desmantelamiento como chivo expiatorio del fraude. La agencia fue establecida por el Congreso, y solo puede ser disuelta a través de la acción legislativa del Congreso– no por un acto colaborativo entre un presidente y un multimillonario no electo. Trump incluso firmó una orden ejecutiva el 26 de febrero expandiendo el poder de DOGE.
Entonces, ¿qué hay en todo esto para Elon Musk? Muchos temen que su rol podría “beneficiar el hombre más rico del mundo mientras lastima a su competencia.” Para empezar, las seis empresas de Elon Musk han recibido 38 billones de dolares en financiación gubernamental en forma de contratos, préstamos, subsidios, y créditos fiscales en el lapso de más de 20 años. The Financial Times reporta que los esfuerzos por parte de DOGE de reducción de costos en agencias gubernamentales incluyen departamentos que ya han “investigado o multaron a sus empresas Tesla y SpaceX.” Su involucración en estos departamentos, que directamente afectan sus intereses financieros y regulan sus empresas, representan un “serio conflicto de interés,” según la senadora Maria Caldwell.
La oligarquía “big tech”
Volviendo a la pregunta original: ¿Estados Unidos está convirtiéndose en una oligarquía de “big tech”, como advirtió Biden? Bueno, se puede argumentar que ya existía, y se está agravando por la Administración Trump. El gabinete anterior de Trump fue el más rico de la historia, con 3.2 billones de dólares, pero ahora sus principales asesores tienen una fortuna de 460 billones de dólares con Elon Musk incluido. Dieciséis de estos se encuentran en el 0,0001% de la riqueza mundial. Las diferencias en la “technoligarquía” del presente que identifican los periodistas Bobby Allyn y Ashley Parker en su podcast son que esta será más obvia, dado el “poder en el descaro ” del Presidente Trump. Otra diferencia es que hay una disposición más alta bajo Trump a trabajar con “big tech” que bajo administraciones Demócratas. Marc Andreessen, un prominente capitalista de riesgo, describió la reelección de Trump como una bota levantándose del cuello de la industria tecnológica. Los actores clave de “big tech”, ven a Trump como una oportunidad para relajar las regulaciones y aumentar sus ganancias. Sin embargo, Parker destaca las continuidades en la naturaleza oligárquica del gobierno estadounidense, explicando: “… ha habido informes documentados sobre la enorme influencia que los ricos tienen en nuestro gobierno y políticas. Y eso es cierto si la presidencia o el Senado están controlados por republicanos o demócratas”.
Irónicamente, Donald Tump, en su primer discurso al Congreso el 4 de marzo, proclamó que “Se acabaron los días en que gobernaban burócratas no electos”. En ese mismo discurso, Trump señaló a Elon Musk cuando dijo que él “encabeza” DOGE, contradiciendo la afirmación de la Casa Blanca de en una declaración judicial la semana anterior nombrándolo un “consejero”. La Casa Blanca afirmó que este título no le otorga “autoridad real o formal para tomar decisiones gubernamentales por sí mismo,” aunque en la realidad estamos viendo que ocurre lo contrario. También nombró a Amy Gleason, una “funcionaria de bajo perfil” del primer mandato de Trump, como jefa de DOGE, a pesar de que abogados para el Departamento de Justicia y empleados de DOGE so supieran quien era mucho antes del anuncio de su puesto. Esto demuestra las lagunas legales que ha atravesado la Administración Trump para justificar la autoridad de Elon Musk en la toma de decisiones, que ahora se enfrenta a más desafios legales tras la declaración contradictoria de Trump en su discurso al Congreso.
En definitiva, la advertencia de Biden sobre una oligarquía tecnológica que amenaza la democracia estadounidense parece confirmarse en la realidad actual. La creciente influencia de Elon Musk en la administración Trump y la consolidación de DOGE ilustran una erosión de las estructuras democráticas tradicionales, generando una profunda preocupación entre legisladores y ciudadanos. Como alertó el senador Chris Murphy, “Estamos viviendo una crisis constitucional.” El representante Jamie Raskin subrayó la gravedad de permitir que actores privados asuman funciones estatales al afirmar que “no tenemos una cuarta rama del gobierno llamada Elon Musk.” Estas señales apuntan a una transformación preocupante en la relación entre poder económico y poder político en Estados Unidos, una dinámica que amenaza con redefinir los límites institucionales del país.
Imagen cortesía de Vanity Fair, Enero 2025