La isla caribeña de Puerto Rico lleva una racha de mala fortuna que no le hace honor a su nombre. Cuando todavía no se había recuperado del paso del huracán María en 2017, comenzaron los sismos. Desde finales de diciembre, terremotos de diferentes magnitudes han arrasado la isla, dejando en una situación precaria a sus ciudadanos. Muchos han intentado marcharse de la isla mientras más de 8.000 personas han tenido que acudir a refugios o dormir al aire libre. Las reacciones tras los más de 2000 sismos han sido variadas: con los portorriqueños en busca de ayuda y consuelo; los latinos preocupados y sorprendidos; y la comunidad científica dando información sorprendente.
Puerto Rico ya no se ve igual, literalmente. De acuerdo con la NASA, el suelo de la isla se hundió y se movió ligeramente hacia el oeste; esto ha sido corroborado por la Agencia Espacial Europea estableciendo que el desplazamiento ha sido de 14 centímetros. Aunque para muchos, los efectos más importantes les han ocurrido a las personas, los científicos señalan que nada similar ha pasado en Puerto Rico desde hace mínimo 4000 años.
A pesar de que los terremotos han tomado a la isla desprevenida, lo ocurrido se debe a su posición estratégica entre placas tectónicas. Puerto Rico está ubicado entre dos placas tectónicas (áreas rígidas bajo la superficie de la tierra); por lo tanto, cualquier movimiento de estas afecta a la isla. El hecho de que se hayan sentido tantos temblores es producto de una “secuencia sísmica”, es decir, ciertos sismos principales acompañados por otros de menor medida. Sin embargo, las predicciones no son muy alentadoras. Primero, los científicos son incapaces de predecir, con la tecnología actual, si los sismos ya experimentados eran los principales, o si alguno mayor está por venir. Segundo, las placas han acumulado tanta energía durante los años que no se han movido, y los geólogos dicen que pueden pasar meses hasta que toda la energía sea liberada y las placas se acomoden.
Por otro lado, son los puertorriqueños los que sufren de este capricho de la naturaleza. Una vez más, la electricidad y el agua se han convertido en un lujo, las perdidas se estiman en hasta 400 millones de dólares y la ayuda del gobierno ha brillado por su ausencia. Aunque los sismos comenzaron a finales del 2019, la administración de Trump no tomó parte hasta el 13 de enero, diciendo que la isla podría usar alrededor de 8 millones de dólares para aliviar esta difícil situación; sin embargo, estos fondos están congelados por prevención de fraude, lo que nos deja en el punto de partida. Tras una emergencia de tal magnitud, alegar que los fondos existen no es suficiente, el pueblo exige ayuda e indemnización. Ahora mismo, no nos cabe duda de que Puerto Rico sobrevivirá a esta tragedia, pero quedan dudas de si la relación de la isla con el gobierno americano seguirá intacta.